viernes, 29 de agosto de 2014

Tarsius, la leyenda

Me vi desde fuera del cuerpo, tenía una herida en la cabeza y el cuerpo cubierto de un líquido rojo, ¡oh Hacedor!, debía ser sangre, ¿acaso perdí la vida en una gloriosa batalla? Miré frente a mi y no había enemigos sólo una espesa niebla de ella emergió la figura de un anciano de ojos rasgados ataviado con ropas blancas.

-¿Quién eres?- pregunté
-No importa quien responde si no quien pregunta.
-Pero... eh, no sé quien eres.
-Soy el que tiene las respuestas.
-¿Estoy muerto? es eso y esto es una especie de cielo.
-Has de esperar para encontrar el camino.
-Mierda, lo sabía entonces estoy en el infierno, no si ya sabía yo...
-Para llegar al final has de ser como una sombra
-Pero...
-Sigilo, opaco a los ojos del enemigo, certero en el ataque.
-Pero quien eres por que me cuentas esto? ¿Te manda mi padre?
-Yo convertí a tu padre en un gran guerrero.
-Y dónde está
-Busca en tu interior, el va contigo
¿Y mi madre?
-El hombre recto consigue su fin si no se desvía
-Oye y ya que lo sabes todo, ves el futuro y eso ¿Cuántos hijos tendré?

La figura empezó a contar con los dedos y vi como un humo negro salía de su cabeza, en ese momento se desvaneció. Despierto empapado, ¿qué es esto? me he derramado un espeso brebaje rojo encima. La cabeza me va a estallar, me he dado un golpe tremendo en la cabeza, como pega este vino Chasind.

viernes, 22 de agosto de 2014

Tras el asedio...

Aún estaba todo patas arriba, pero las cosas ya estaban tranquilas. Todo lo tranquilas que podían estar claro. Muchos de los lugareños tendrían pesadillas con el Bereskhan esa noche, los que no, las estaban teniendo ya. Ludwin se dirigía a ver a Elorn, cuando Casell se le acercó para hablar con él.

-Ludwin, ¿tienes un momento? Me gustaría hablar contigo acerca de lo que ha pasado. Quería darte las gracias por centrarme antes allí arriba en el muro. Supongo que me dejé llevar por el fragor de la batalla, y puede que incluso el espíritu de Berserker del enano. Lo cierto es que desde ese momento separé la mera lucha del deber y me centre en lo segundo. De nuevo gracias.

-Lo siento, no se lo que me pasó - su voz tenía un ligero toque avergonzado -. Luchaste bien, no se por qué actué así. Quizás estaba un poco frustrado por lo lento que iba con mi magia de curación.

-No pidas perdón, todos nos merecemos una voz de vez en cuando- esto último lo dijo entre risas -. Y, ¿lento? ¡Pero si no dabas a basto! Hiciste cuanto se podía hacer. Y lo otro que quería decirte es que, a pesar de que sé que puede que no tengamos tanta... como decirlo... camaradería o empatía como curiosamente tengo con el enano, quiero que sepas que te respeto como compañero. Nos has ayudado a todos a llegar hasta aquí, y aunque eso podemos decirlo de cada uno, personalmente de no ser por ti, ahora estaría muerto.

Ludwin parecía algo incómodo con la conversación, pero sobre todo, sorprendido.

-No soy muy dado a hablar, como Tarsius... Y menos mal con uno ya es suficiente- sonrió -, pero quería decirte que si algún día necesitas algo, y está en mi mano, ahí estaré para lo que quieras.

-Ya... yo tampoco soy muy dado a hablar. Agradezco tus palabras, y me alegro de estar con vosotros. He de admitir que entiendo más al enano que a ti, pero tu forma de actuar...- parecía que iba a decir algo, pero no encontraba las palabras -me parece digna de respeto.

-Todos hacemos lo que tenemos que hacer. Me alegra haber podido hablar contigo Ludwin.

Ambos retomaron sus respectivos camino a donde quiera que fueran, pero tras unos segundos Casell se dio la vuelta y le dijo a su compañero:

-¿Sabes? Mi padre me dijo una vez: "No existe la vergüenza en salir al campo de batalla, y acabar hecho polvo. La vergüenza viene si no te dejas tu mismo la piel en el.". A lo mejor no es el mejor símil del mundo, pero bueno, supongo que me entiedes ;). Además, aun nos queda mucho camino hasta Ostagar. La próxima vez, porque visto lo visto habrá próxima vez, todos lo haremos mejor. Buenas noches Ludwig.

Ludwin no dijo nada más, aunque parecía que las últimas palabras le habían dado fuerzas. Se quedó mirando mirando como Casell se alejaba, mientras reflexionaba. El resto de sus compañeros tenían más o menos intereses y objetivos, sin embargo Casell parecía tener ese halo de héroe desinteresado. Eso era algo que no entraba en los esquemas mentales de Ludwin. Desde luego lo tenía un poco despistado.

En una persona que acabase de conocer, su cinismo le haría pensar que era un rasgo de inmadurez, o que solo buscaba los laureles y el reconocimiento, incluso algunos intereses ocultos, pero con él sabía que no era así. Era una de las únicas personas realmente desinteresadas que conocía.

-Que extraño- pensó Ludwin, mientras retomaba su propio camino.

martes, 19 de agosto de 2014

Muerte en la noche

Al menos una chica pensaba. Luwina, creo, poniendo antorchas alrededor del muro para permitir ver a los atacantes. Los demás estaban más ocupados en sus músculos y sus armas, y en el banquete. No todos son así, claro, ese chico tembloroso, al que Tarsius y Ugwein disfrutaban asustando,  me pareció... Al menos Casell le dió algo de confianza.

Pero no hubo tiempo de relajarse, el enemigo ya estaba a las puertas. Mis compañeros resistían los ataques, y yo con mi barrera espiritual no tenía problema, pero la gente del pueblo no era tan afortunada. Dioses, si tan solo hubiese tenido el espíritu sanador. Traté de correr por el muro, curando a quien podía, pero eran demasiados. No había podido curar a Luwina de un par de flechazos, cuando un tercero le atravesó el corazón, o eso creí. Realmente no me importa la gente, simplemente es impotencia, pero me enfureció. No disfruto del combate tanto como Ugwein o Casell, aunque este último reaccionó cuando le grité que estaba muriendo gente. Tiene alma de santo el pobre hombre, espero nunca adquirir tal defecto.

Cuando el combate se calmó al fin, pude comprobar que Luwina aún vivía. No es que me importe, pero es una pena que muera una de las pocas personas que piensan en el poblado. Entonces se me asignó a la enfermería. No me importó. Al final era reconocer mi habilidad y no iba a negarme a cumplir con sus preferencias dado que me interesa que me consideren bien. ¿Y quién quiere estar en el combate? Solo que... bueno, era curar gente para mandarlos a morir. Cuando los engendros entraron en el poblado no pude aguantar más. Entre otras cosas por que me daban más trabajo del que sacaba adelante.

No soy muy bueno luchando, pero al menos entretuve a un par de ellos. El primero me llegó a dar, y he de tener cuidado, por que cuando lo hacen, pegan con ganas [nota del jugador: cuando solo te dan con 17 o más, siempre es crítico con dado Dragón 5 o 6 :P]. Pero mi preocupación creció al oír que Casell advertía contra algo en las afueras. He de admitir que sertí cierto malsano entusiasmo: Era el momento que estaba esperando.

Había previsto la aparición de un ogro o algo que derribase la puerta principal, y preparado glifos de parálisis frente a  estas. Bien, no era lo que esperaba, pero de alguna manera me alegraba que pudiesen ser útiles. Corrí hacia la puerta para encontrarme a mis compañeros luchando ya contra la bestia (un oso corrompido de cuyo nombre no quiero acordarme). Los últimos momentos fueron tensos, y de nuevo lamenté no disponer de las habilidades de un espíritu sanador, que me permitiesen ayudar a mis compañeros, pero finalmente el enano logró acabar con la bestia.

Pero al final del día, la muerte se había cebado con el poblado. He de hablar con Elorn. Necesito su consejo. Necesito saber sobre el espíritu que conocí. Necesito saber que riesgos son asumibles, por que no puedo seguir así.

viernes, 8 de agosto de 2014

Esperando a la batalla

Quizás no sea el momento ideal para reflexionar, aquí, esperando a los engendros que se disponen a asaltar el poblado, pero el tiempo se me hace interminable. La tensa calma antes de la tormenta.

No me arrepiento de estar aquí en cualquier caso. Es un riesgo, es cierto, pero la recompensa es interesante. Quizás debiera ser más humilde y estar dispuesto a ver lo que se oculta en cada esquina, pues nunca hubiese creído que un chaman de estas aldeas pudiese tener tales poderes. La sabiduría se oculta en cada rincón de este mundo. Está diseminada, como piezas de un rompecabezas roto. Quizás por que en cada lugar se ha mirado la realidad de una forma distinta, o quizás por que lo que se supo en el pasado ha sido heredado por distintas gentes.

En cualquier lugar estoy ansioso por descubrir lo que este chaman puede enseñarme. Quiero preguntarles sobre el espíritu del velo, y también saber más sobre el tipo de magia que practican aquí. Mi ventaja sobre cualquier docto mago del círculo es que yo puedo ir a más sitios, y mirarlo todo con mayor libertad, y eso es algo que he de aprovechar.

Lo lamento por la hija del Arl Wolf, pero si de mi dependiese cesaría en su búsqueda y me quedaría aquí aprendiendo. Pero dudo que Caser se conforme, sobre todo desde que es guardia gris. En fin, por el momento me conformaré con tratar de obtener reconocimiento entre estas gentes, de manera que pueda ser bien recibido si algún día vuelvo por aquí.

He de admitir que una de mis debilidades es la capacidad para socializar. La verdad es que no me importa demasiado la gente, y eso no es algo que esté bien visto. Necesito poder obtener el respeto de la gente que custodia el conocimiento, pero no se como lograrlo. A mi eso de los buenos sentimientos no me sale de manera natural como a Caser, y tampoco se fingirlos como Tarsius. Por ello no me gusta tratar de ser lo que no soy. Si la primera impresión es mala, después solo podrá mejorar, así que se hagan las ideas que quieran sobre mi, que no debe preocuparme: tengo mucho tiempo por delante.