domingo, 9 de febrero de 2020

En una taberna de Kirkwall

Era el primer momento de calma tras el reencuentro con sus amigos. Primero, la desaparición de Selina. Ahora el secuestro del hijo de Tarsius. Todo ello pasando por el encuentro con el Qunari,  el viaje a Kirkwall través de los Eluvian élficos y una pelea con matones a la antigua usanza. Y probablemente, en breve, un viaje a Tevinter.

Pero este era un momento tranquilo, si ignoramos el jaleo de la taberna con gente bebiendo y cantando. A pesar de todo Wyna se encontraba completamente abstraída, escribiendo algo en una mesa un poco apartada del barullo.

Auriel dejó por un momento a sus amigos y se aproximó a ella con un par de jarras en las manos: una de cerveza y otra con leche y miel (por que ya había comprobado que darle alcohol a Wyna no era buena idea).

-¿No te unes a la fiesta? - preguntó dejando las jarras sobre la mesa.

-¿Eh? Ah. Es que quiero terminar esto primero. Enseguida voy - respondió Wyna tras salir de su ensimismamiento.

-¿Qué es? - Auriel se inclinó sobre el escrito con curiosidad.

-Ah... una especie de carta de presentación para esa elfa... ¿Merrill? que conocimos cuando lo de los espejos. Supongo que sabe de que iba todo eso, y me gustaría que me dejase su contacto para poder escribirle.

- Oh, vaya... has conocido a otra elfa con secretos más interesantes que los míos. ¿Tengo que ponerme celosa? - bromeó Auriel.

Wyna se puso colorada:

-¡No es eso! ¡S-sólo es interés profesional! ¡Como con Genitivi! A ti... te amo - dijo con un susurro de voz, bajando la mirada con cierta vergüenza.

-Tranquila, solo bromeaba - rió Auriel, mientras acariciaba su alborotado cabello, para besarla a continuación.

A veces Wyna parecía un poco inocente, como una niña. Aunque eso era otra cosa que le gustaba de ella: era apasionada e ingenua, como si tuviese todo un mundo que descubrir. Parecía incapaz de mentir, aunque en realidad era muy buena en ello cuando hacía falta. De lo que no era capaz era de ocultar sus sentimientos a gente a la que quería. Su expresión la delataba fácilmente, y Auriel se preguntaba si no sería cosa del espíritu. Se había vuelto mucho más comunicativa y abierta desde entonces, aunque había algo en concreto que todavía le costaba.

-Pero otra cosa ¿no piensas decirle nada a Tarsius sobre ti? Entiendo que cuando nos encontramos era un mal momento, pero ahora tienes la oportunidad.

-Ya... - dijo Wyna mientras bebía un sorbito de la leche con miel -. Lo haré, por supuesto. Es solo que... me cuesta. No se... quizás en parte me preocupa qué pensaran. O también por que en cierto sentido me gustaría hacer borrón y cuenta nueva. Que viesen a otra persona y ya está. Se que no es justo que yo sepa cosas sobre los demás y ellos no sepan quien soy yo, pero me cuesta. Y tener que pasar por lo mismo cada vez que vuelvo a ver a alguien... No se... es como tener que confesar un secreto muy íntimo una y otra vez.

-Bueno, no hay prisa. No es una obligación que tengas. Pero ahora estamos de celebración ¿No te vas a unir? - dijo señalando a la mesa en donde estaban sus tres compañeros recordando viejos tiempos -. Además me gustaría escucharte cantar. Creo que tus compañeros aún no conocen tus nuevas habilidades - susurró guiñandole un ojo.

Wyna sonrió halagada.

-Está bien, dejaré esto para más tarde. Aunque tengo unas cuantas ideas que contarte sobre cosas que quiero hacer aquí en Kirkwall. Quiero enterarme de lo que pasó con los magos y templarios aquí, y ver si hay alguien que tenga libros interesantes. O alguien que nos pueda ayudar a descifrar los libros de la Gran Encantadora Ginovisa. ¡Ah, y se me ocurrió una idea con el hechizo de enviar sueño! Tienes que aprenderlo tu también...

-Todo a su tiempo, Wyna. Hoy toca divertirse - dijo mientras la cogía de la mano y la conducía al centro de la fiesta junto con el resto de sus amigos.