viernes, 19 de diciembre de 2014

Gris oscuro

Siempre rechacé la idea de unirme a los guardias grises, aunque con lo que se ahora mi negativa es absoluta. Cuando Ugwein hundió su hacha en la cabeza del ogro... (bueno, cuando lo hizo todavía tuvo que ayudarnos un poco con el resto de engendros)

El caso es que el guerrero al que encontramos, y que tanta habilidad había mostrado en la lucha, mostraba un aspecto demacrado que recordaba más al de los propios engendros contra los que luchaba que a los guardias grises que se suponía que representaba. La corrupción, un concepto que la orden se esforzaba en ocultar había hecho mella en él. Sin embargo no pude dejar de sentir admiración por un hombre que había decidido enfrentarse a su supuesto destino.

Las cosas comenzaron a volverse extrañas cuando aquel hombre se identificó como Tarsius. Tarsius II (el nuestro) se volvió loco creyendo haber encontrado a su padre, como al parecer así fue. Surgieron datos no del todo inesperados respecto a la ascendencia élfica de nuestro compañero, que explicaban algunas cosas sobre lo ocurrido en el bosque de Brecilia, o en la elfería. La reacción de Ugwein fue impagable (pendiente de roleo).

Pero entonces aparecieron el resto de los guardias grises y la verdad salió a la luz. Por su forma de actuar y sucesos posteriores era evidente que alguien les controlaba, o que al menos se comunicaba con ellos. Al parecer querían liberar a cierta criatura que estaba ahí encerrada y que supongo que era el origen de las voces. La cosa se puso tensa cuando se planteó que necesitaban "sangre limpia" para liberarles. Yo no estaba muy por la labor, y las palabras exactas de Ugwein fueron... inapropiadas para escribirlas aquí.

El debate se acaloró, y pronto quedo claro que solo Lancel apoyaría esa ridícula idea. No me extrañaba que se plantease liberar a dicho ser, pero si que no viese que los guardias grises no razonaban con claridad. Tarsius por su parte hizo caso a su padre, rechazando esa idea, y Casel, Ugwein y yo permanecimos a su lado. Auriel parecía especialmente asustada, sobre todo a partir del momento en que plantearon que su sangre, así como la de Tarsius, al ser guardias nuevos, podría servir también.

No se bien lo que ocurrió después. Aprovecharon que Auriel se encontraba detrás para capturarla, y con alguna clase de magia lograron separarnos en dos grupos. Lancel continuó con ellos, pero yo aún espero que esté dispuesto a desafiarles si el resto de los guardias grises demuestran estar siendo controlados, como me temo.

Por nuestra parte tenemos la ventaja de contar con Tarsius II, que conoce bien estos lugares y es capaz de encontrar atajos. Y no parece verse influenciado por dicha voz, o quizás sea capaz de ignorarla como ignora su propia corrupción. Su hijo por contra, al igual que Casel, parecen tener más problemas con ello. Por suerte hemos descubierto el infalible remedio de la bofetada enana, que cura desde una simple "resaca" con vino Chasin hasta la influencia de la llamada de los engendros. Al menos de momento.